El objetivo de la odontología moderna es que cada paciente conserve todos sus dientes durante toda su vida. A medida que avanza la concienciación sobre la salud dental y la tecnología dental, ahora vemos menos personas mayores a las que les faltan dientes. Sin embargo, nos encontramos con que la gente puede perder un diente o unos pocos y no pensar mucho en ello. La realidad es que la falta de un diente es mucho más que un hueco en la sonrisa: puede tener graves consecuencias para la salud bucodental y psicológicas.
Los huesos son similares a los músculos en el sentido de que si no se estimulan, empiezan a atrofiarse. Los huesos de las mandíbulas se estimulan cuando la fuerza de morder y masticar desciende por la raíz de los dientes hasta el hueso. Cuando se pierde un solo diente, el hueso situado debajo del diente empieza a debilitarse y a perder densidad. Si le faltan todos los dientes del maxilar superior o inferior, este efecto es aún más pronunciado, y puede hacer que la cara tenga un aspecto hundido y acortado que hace que la persona parezca mucho mayor.
La falta de dientes puede dificultar el consumo de alimentos como frutos secos, verduras y carne. Como resultado, muchos pacientes con falta de dientes también sufren de mala nutrición. Los pacientes que son conscientes de su aspecto o de su capacidad para comer pueden evitar la vida social.
Si le faltan dientes, es muy importante que estudie sus opciones para sustituirlos. Cuanto más espere para sustituir un diente, peores serán sus problemas de pérdida ósea y otras consecuencias.